Aunque hubo bastante incomprensión y reticencias en un primer momento, la Copa NBA empieza a calar entre jugadores, aficionados y equipos. Y los mandamases de la competición estadounidense están muy contentos con los resultados. Más todavía cuando la gran estrella de futuro (y presente) de la liga, el alienígena francés Victor Wembanyama ejercerá como principal reclamo en la gran final. La tercera edición del torneo, inspirado en la gran tradición copera del baloncesto y fútbol europeo, llega a su fin este martes, madrugada del miércoles en España (02.30 horas, Prime Video), con un interesante duelo ente los favoritos New York Knicks y los emergentes San Antonio Spurs en el T-Mobile Arena de Las Vegas.“Aunque no está al nivel de los playoffs, ganar sería todo un logro. Este tipo de partidos, cuando hay algo en juego, y es el todo o nada en un solo encuentro… para esto jugamos a baloncesto”, reflexionaba en la previa Wembanyama. A sus 21 años, el pívot de 2,24 metros de los Spurs volvió a recordar al mundo entero en las semifinales por qué es un jugador único. Tras 12 encuentros de baja por lesión, volvió y le bastaron 21 minutos en pista para registrar 22 tantos y nueve rebotes y comandar el triunfo de San Antonio sobre los grandes favoritos, unos Thunder que venían de ganar 16 choques seguidos y tan solo han perdido dos partidos de 26 disputados en lo que va de curso.Los texanos, que emergen como una de las fuerzas del Oeste en años venideros tras la jubilación forzada por enfermedad de su legendario entrenador Gregg Popovich —sustituido por Mitch Johnson—, tendrán enfrente a unos Knicks que buscan cortar una sequía de más de cinco décadas sin títulos. El último para Nueva York fue en 1973, pero el conjunto liderado por Jalen Brunson —40 puntos y ocho asistencias en la semifinal contra Orlando— cuenta con sólidos argumentos para devolver el lustre a la ciudad. Tras quedarse a las puertas de las Finales de la NBA el año pasado, el grupo neoyorquino mantiene su núcleo duro pero ha renovado la banda con la llegada de Mike Brown, mentor del catalán Jordi Fernández en los banquillos y cuatro veces campeón como técnico asistente.En la ciudad de las luces y el pecado, entre casinos y hoteles de lujo, solo se ha echado en falta estos días el fervor de las gradas, quizás la gran asignatura pendiente del nuevo formato, una de las grandes apuestas del comisionado Adam Silver en su mandato. Es por ello que la NBA no descarta cambiar de sede en un futuro a corto plazo, o convertirla en rotatoria, como ya pasa precisamente en Europa. Lo que es seguro es que las semifinales, a partir del próximo curso, se disputarán ante la afición del equipo mejor clasificado en las rondas previas, un cambio que promete conseguir un ambiente más caldeado en el pabellón y que gusta tanto a jugadores como entrenadores.“Estamos en nuestro tercer año, y la Copa ya se ha convertido en un elemento esencial de nuestro calendario. Jugadores, entrenadores, ejecutivos y trabajadores de la liga hemos entendido que esto es algo único, y algo que estamos construyendo y que en general ha encantado a la afición”, opina James Jones, exjugador y vicepresidente ejecutivo de la competición. Las audiencias respaldan las noches de copa, este curso concentradas en los primeros viernes de temporada regular. La peculiaridad copera a la americana es que todos los partidos cuentan para la clasificación de liga a excepción de la gran final. Las exigencias de la agenda y los viajes siguen siendo un melón a resolver con o sin copa, ante el ritmo agotador al que se juega hoy en día y que resulta en más lesiones de lo deseado entre las estrellas.Más informaciónHay una dinámica que destaca en el seno de la nueva competición: un equipo joven con estrellas emergentes se juega el torneo contra otro conjunto más establecido y veterano. Los Angeles Lakers ganaron con LeBron James la edición inaugural del torneo ante unos Indiana Pacers que el curso pasado fueron finalistas de la NBA, y el curso pasado fueron los Milwaukee Bucks quienes levantaron la copa al derrotar a los Oklahoma City Thunder, que luego ganaron la liga. El duelo entre Knicks y Spurs carga ahora con connotaciones similares.Ante la falta de tradición copera en el deporte estadounidense, la NBA tiró del elemento que más motiva en la cuna del capitalismo: una montaña de dinero. Cada jugador de los campeones se llevará la friolera de medio millón de dólares, y los perdedores recibirán una buena consolación de 250.000 dólares. Brunson, que cobra 35 millones esta temporada, ilustraba así los distintos incentivos que ha traído la copa. “Cuando sabes lo que está en juego, tienes un poco más de gasolina. Si ganas, avanzas y te puedes llevar algo. Tenemos compañeros y entrenadores que no ganan tanto dinero como otros dentro del equipo, y esto es un bonus añadido para ellos. No solo juegas para ti, sino para todo el equipo”, apuntaba el base de 29 años.
Wembanyama y Brunson sacan brillo a la tradición copera en la NBA | Baloncesto | Deportes
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