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El Vaticano se encamina a un cónclave en el que emergen ya 15 papables en un contexto de división de la Iglesia | Internacional

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Desde ahora, con la muerte del papa Francisco, en Roma ya empieza a pensarse en su sucesor. Días frenéticos y extraños en el Vaticano, en los que se mezcla la tristeza y la urgencia de pensar ya en el futuro, en un escenario mundial extremadamente complejo y con una Iglesia muy dividida. La primera congregación de cardenales, asamblea en la que se reúnen los purpurados tras el fallecimiento del Pontífice, ya tendrá lugar este martes, con los que ya se encuentran en Roma, y de este modo comienzan los contactos tanto formales como informales entre ellos, para buscar al nuevo Papa.Ya circulan las primeras listas de papables, tanto en ambientes vaticanos como en medios italianos e internacionales, parte de las maniobras en marcha para lanzar nombres. Suelen ser días confusos donde se oye de todo, pero lo llamativo hasta ahora es que la prensa italiana no había hablado nunca de ello, algo que en los últimos años de Juan Pablo II era muy frecuente. Se debe a la gran desorientación sobre el rumbo que puede tomar ahora la Iglesia en un cónclave más numeroso e internacional que nunca: 135 cardenales de 71 países, frente a 115 electores en los de 2005 y 2013, de 52 y 48 países, respectivamente. Es decir, la Capilla Sixtina estará llena de desconocidos, tanto de puertas afuera como entre ellos, y algunos ni hablan italiano.Hay una fuerte división interna que no facilita las cosas. De modo esquemático y como siempre ha sucedido, un sector reformador de la Iglesia, más afín a Francisco, que apostará por seguir su camino, frente otro más conservador, que se ha opuesto estos años duramente a sus decisiones y aspira a un repliegue. Dada la virulencia que en algunos momentos ha marcado este choque en los últimos años, en la Santa Sede hay temor a algo que en cónclaves anteriores no existía, al menos en las dimensiones actuales: campañas de desinformación y noticias falsas que pretendan condicionar la elección del Papa, con bulos que se extiendan rápidamente en redes sociales para demoler a posibles candidatos no deseados por algún sector. Será algo a observar en los próximos días.La misión de mover votos y ordenar el cónclave suele ser de los llamados grandes electores, cardenales que no esperan ser elegidos, pero que aglutinan apoyos a su alrededor y son figuras respetadas que pueden dirigir tendencias. Como, en el bando conservador, el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, y el exprefecto de Doctrina de la Fe, el alemán Gerhard Ludwig Müller. Del otro lado, más progresista, hay cardenales influyentes muy cercanos a Bergoglio, como Jean-Claude Hollerich, de Luxemburgo, relator general del sínodo, pero de 66 años, demasiado joven, pues significaría un papa para muchos años; y el canadiense Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que es jesuita, por lo que parece poco probable que la Iglesia repita con un pontífice de esta orden.El arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, tras la misa por la muerte de Francisco, en la catedral de San Patricio de Manhattan, este lunes.Adam Gray (REUTERS)La clave que no se puede perder de vista es que para elegir al nuevo papa hacen falta 90 votos, dos tercios de los 135 cardenales que entran en el cónclave, y no basta una facción con algunos apoyos, debe ser realmente una elección muy consensuada. Hay que convencer a muchos que no piensan lo mismo en una visión común, donde también entra en juego la fuerza y el magnetismo personal. Pero, a diferencia de otras ocasiones, no hay candidatos claros, y se prevé un cónclave más laborioso y largo que los anteriores. En 2005, con cuatro votaciones, y en 2013, con cinco, duraron solo 24 horas, y quizá se parezca más al de octubre de 1978, que requirió ocho escrutinios y donde emergió un desconocido, Juan Pablo II. Es probable que esta vez también haya sorpresas. Desde luego Francisco ha diseñado un cónclave para que se produzcan. Ha nombrado el 79% de los cardenales, buscando nombres a menudo muy desconocidos, perfiles de la Iglesia que él ha querido modelar, cercana a la gente y a la periferia de la sociedad.Con todo, al menos se puede componer una lista de 15 papables que suenan en este momento. Para empezar, pese a ser un cónclave ya poco eurocéntrico, en Italia aún resiste la idea de que el Papa tiene que ser de este país, como ocurrió durante siglos, aunque al resto de la Iglesia le parece imposible volver atrás. Si bien es cierto que es el grupo más numeroso de purpurados, 17, y tiene su peso. Hay tres nombres de cardenales italianos que se señalan. Uno es Pietro Parolin, de 70 años, actual secretario de Estado, un cargo que suele figurar entre los candidatos, por su experiencia de gobierno y por ser una señal de continuidad, si es que es eso lo que se busca, y no un cambio, pero además de no tener apenas experiencia pastoral, se ha enemistado con algunos sectores por los equilibrios que ha debido hacer estos años.El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, en su encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, el pasado 19 de abril en el Vaticano.Vatican Media/LapresseEl segundo italiano en las quinielas es el presidente de los obispos de este país, Matteo Zuppi, de 69 años, arzobispo de Bolonia, en la línea de Francisco y miembro de la comunidad de Sant’Egidio, especializada en la mediación en conflictos internacionales y con una clara vocación social. Por último, el patriarca de Tierra Santa, el franciscano Pierbattista Pizzaballa, apreciado y conocido mediáticamente por su papel en Oriente Próximo, pero que también tiene en contra su edad, 59 años, en un momento en que quizá se prefiera una solución de transición.Otro nombre recurrente en los últimos años ―ya era papable en 2013― es el filipino Luis Antonio Gokim Tagle, de 67 años, de madre china, que sería el primer papa asiático, una opción posible si tras el primer pontífice americano se quiere dar un paso hacia otro continente. No obstante, su cotización ha bajado por su cuestionada gestión de Cáritas Internacional. En Asia hay otros dos nombres de los que se suele hablar. El primero, Charles Bo, de Myanmar, arzobispo de Yangón, distinguido por su defensa de los derechos humanos en un país que vive bajo un régimen militar y que ha presidido la federación de conferencias episcopales de Asia durante los últimos seis años.El papa Francisco saluda al cardenal filipino Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, en una audiencia en el Vaticano con un grupo de migrantes en 2017.Andrew Medichini (AP/LaPresse)El otro es Malcolm Ranjith, de Sri Lanka, arzobispo de Colombo, que fue secretario de la Congregación para el Culto Divino. Tiene 77 años y mucha experiencia, por lo que sería candidato para un papado no muy largo, que haga de momentáneo contrapeso al de Francisco, pues es considerado parte del bando más tradicionalista, algo que también puede dificultar el consenso. Ocurre lo mismo, que está demasiado escorado hacia el lado conservador, con otro nombre mencionado habitualmente, esta vez en África, Robert Sarah, porque incluso se ha enfrentado abiertamente a Francisco estos años. El candidato africano más citado es Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinsasa, en la República Democrática del Congo, franciscano, apreciado por el sector conservador y que encabezó la oposición a la bendición de uniones homosexuales.Tras Francisco, primer papa americano, no sobresalen muchos nombres en América. Pero hay un candidato que combina las dos mitades del continente, Robert Francis Prevost, 69 años, prefecto de la Congregación de los Obispos, que es estadounidense, pero ha ejercido casi toda su vida en Perú. Sería desde luego una fuerte señal para afrontar los complejos años de la era de Donald Trump, pues la Iglesia de EE UU está enfrentada con él y el mundo ultraconservador de este país pretende apoderarse políticamente del mensaje cristiano en una cruzada entre el bien y el mal.El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, tras ser nombrado cardenal en 2023.Riccardo De Luca (AP/LaPresse)Tras la primera elección, con Francisco, de un papa no europeo ―desde Gregorio III, nacido en Siria, en el siglo VIII―, salir de Europa parece ya una dirección clara. Pero en el Viejo Continente también hay candidatos. El más particular, Anders Arborelius, de 75 años, obispo de Estocolmo, carmelita, de infancia luterana y luego convertido al catolicismo, que combina aperturas sociales y rigor pastoral. También Peter Erdo, 72 años, arzobispo de Budapest, nacido en el comunismo, hombre de cultura y un referente del sector conservador durante estos años.Otro cardenal que suena es el francés Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, 66 años, un obispo curtido en esa periferia social que ha señalado Francisco, experto en diálogo interreligioso, aunque su edad también haría pensar en un mandato largo. En el lado conservador, una voz respetada es el arzobispo de Utrecht, Willem Jacobus Eijk, de 71 años, fiel a la línea de Benedicto XVI. Un perfil intelectual y a la vez atento a los pobres —y a África, pues pasó su infancia en Angola— es el del portugués José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, poeta y teólogo, en ascenso desde hace años y que ha sorprendido a muchos en la Curia. Por último, Mario Grech, 68 años, de Malta, que ha sido la mano derecha de Francisco en el proceso sinodal de estos años, como secretario general.


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