Olga quiere taparse su tatuaje. No se arrepiente de habérselo hecho, pero ahora preferiría no tenerlo. Es venezolana, tiene 20 años y vive en Texas. La marca en la piel la hace sentirse insegura, lo tiene en un brazo, justo encima del codo. Se trata de las siglas RHLM, que significan “Real Hasta La Muerte”. La frase es del reguetonero boricua Anuel AA, uno de los más populares del género. Es el título de su primer disco y un lema que repite en sus canciones. Él mismo la lleva tatuada en el cuello. Ella se lo hizo después de verlo en persona durante su último concierto en Texas el año pasado. Pero esa es la historia de Olga, la historia de la Administración Trump es que ese diseño está entre los tatuajes que identifican a los miembros de la pandilla venezolana El Tren de Aragua. Si algún oficial descubre su tatuaje, la joven podría ser detenida. Por si fuera poco, Anuel AA fue uno de los artistas que apoyó públicamente a Donald Trump en su última campaña. “Es el mejor presidente que el mundo ha visto”, aseguró en un mitin en Pensilvania el agosto pasado. Allí, aseguró que la intención de Trump era ayudar a los latinos en Estados Unidos. Ahora su eslogan se ha convertido en un problema para Olga y para muchos otros emigrantes que se lo han tatuado por la admiración que sienten hacia el artista. En la lista de tatuajes “sospechosos” figuran diseños como un tren, una estrella, una corona, un reloj, o el logotipo de la marca Air Jordan. Un preso con tatuajes de la pandilla MS-13 permanece en su celda mientras la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem, recorre el Centro de Confinamiento de Terroristas (CECOT).Pool (Getty Images)Olga conoce venezolanos que han sido detenidos por sus tatuajes. Un buen día no supo más de ellos y presume que están en prisión o que han sido deportados, aunque ella no lo sabe. “Yo me lo hice porque me gusta mucho ese cantante. Siempre he sido fanática de él. Si dijera ‘Los pollitos dicen pío’, igual me la hubiera tatuado”, dice. “De todos modos, ahora es mejor que vaya a hacerme otra cosa arriba. Me da lo mismo lo que sea. Que nadie se entere de que yo soy ‘Real Hasta La Muerte’”.Según varios tatuadores consultados por EL PAÍS en Texas, cada vez más personas acuden a cubrirse tatuajes con nuevos diseños superpuestos que oculten los que tenían. Julio es un tatuador cubano con cinco años de experiencia. Empezó en la isla y en Texas fue entrando en el negocio poco a poco, hasta hacerse conocido en el mundillo. Sin embargo, prefiere no dar a conocer su nombre real, porque no tiene documentos legales. “El negocio no se ha visto afectado. No he visto tanto una preocupación basada en significados, sino que quieren taparse tatuajes viejos porque dan la impresión de que están mal hechos o que son de pandillas”. Según su experiencia, “la mayoría quiere taparse estrellas, cruces y números”.“La frase ‘Real Hasta La Muerte’ me la pidieron una vez y me negué. No me gusta hacer cosas de ese tipo, pero esa frase es algo cultural. No creo que haya ninguna criminalidad relacionada. Por lo general se lo tatúan adolescentes de habla hispana”, cuenta Julio. Añade, además, que casi todos los diseños que figuran en la lista son bastante usuales.Manuel Fernández es un artista cubano de 27 años. Lleva siete tatuando y trabaja en un estudio llamado Flow Ink Tatoo, en Houston, Texas. Asegura que el negocio no se ha resentido en últimas semanas, e incluso ha aumentado con la clientela que quiere “tapar cosas relacionadas con los tatuajes de la lista”. Él ha atendido dos casos de este tipo. El último fue un hombre que pidió que le taparan un fusil AK-47, que es uno de los diseños señalados.Manuel no conoce a nadie que haya tenido problemas migratorios por el hecho de estar tatuado, pero cree que el Gobierno está siendo muy estricto “con algo que todo el mundo tiene y seguirá teniendo”. “La verdad es que he visto preocupación en pocos clientes. La mayoría se sigue tatuando y les da lo mismo. También porque se nota mucho la diferencia entre un tatuaje hecho profesionalmente y uno hecho con un fin criminal”.Keon Ostby, un artista norteamericano que tiene su estudio en Phoenix, Arizona, también critica que los tatuajes de la lista son diseños que se hace mucha gente, y que no hay forma de saber si están relacionados o no con un grupo criminal. “Usar tatuajes como prueba para la deportación es una tontería. Ninguna de las imágenes de la lista incita al odio, y son diseños muy comunes. Si no se nos permitiera tatuar estos diseños, muchos ciudadanos normales, respetuosos de la ley y contribuyentes no podrían tatuarse”, señala. Si alguien le pide un tren o una corona, Ostby no tendría problemas en hacérselo: “Solo me niego a hacer esvásticas, símbolos de la Hermandad Aria u otros relacionados con pandillas o grupos de odio. Pero los tatuajes de la lista no son dañinos en absoluto. Me gustaría que la lista dejara de usarse y que la gente dejara de intentar conectar los tatuajes con sus creencias personales. Nadie puede inventar ni asumir la razón de un tatuaje. Solo quien lo lleva lo sabe”.
Aumentan las peticiones para borrarse de la piel los tatuajes “sospechosos” de la lista Trump | Inmigración en Estados Unidos
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