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“En un día bueno llego a juntar unos 300 pesos”: la precariedad de los trabajos sin remuneración y con descuentos a las propinas

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Alejandro (nombre ficticio), de 25 años, empezó a trabajar en una estación gasolinera hace tres semanas, aproximadamente. Despacha combustible. Si lo pide el cliente, revisa la presión de aire de las llantas, limpia el parabrisas, o verifica los niveles de aceite y líquido de freno del coche que le toca atender. Tiene una jornada de ocho horas, seis veces por semana, y desde hace casi 21 días, no percibe un solo centavo por parte de la empresa. Si el usuario está “de buenas”, puede recibir una propina de entre 1 a 20 pesos, en el mejor de los casos. “En un buen día he llegado a juntar unos 300 pesos, aproximadamente”, cuenta durante un espacio de descanso cerca de su fuente laboral. En su trabajo no le han dicho cuánto tiempo más permanecerá en esa situación, pero que, “cuando sea contratado”, sí tendrá un salario mínimo y prestaciones estipuladas por la Ley.Así como Alejandro, más de dos millones de trabajadores por propina se encuentran en la misma situación de precariedad laboral, según dio a conocer el diputado y líder sindical de Morena, Pedro Haces Barba, quien, este pasado 30 de abril, logró que se aprobara en la Cámara de Diputados una reforma laboral a la Ley Federal del Trabajo en beneficio de los empleados en hoteles, casas de asistencia, restaurantes, fondas, cafés, bares, empresas deportivas, de entretenimiento, estaciones de servicio de combustible y otros establecimientos análogos.Las reformas, aprobadas por unanimidad en la Cámara de Diputados —con 446 votos a favor—, contemplan lo siguientes propósitos. El primero, que este tipo de negocios aseguren un salario, “que en ningún caso podrá ser menor al mínimo establecido por ley”, y que este no sea reemplazado por propinas o algún tipo de gratificación voluntaria. Asimismo, la propuesta, que se encuentra en el Senado para su tratamiento, también regula el reparto equitativo de las propinas e incorpora el concepto en las cuentas de consumo –salvo que se entregue de manera directa y exceptuando las gasolineras– para que quede constancia, sin que sea obligatoria para el cliente.Ramona (nombre ficticio), de 21 años, trabajaba como mesera en un bar en Ciudad de México. Ella denuncia que la explotación en su exfuente laboral “era horrible”. Menciona que no era una obligación incluir una tarifa por servicio a los clientes, pero que de las ventas que realizaban les descontaban el 11%, así el consumidor haya dejado o no propina. “Si no completabas la cuota que te exigía el negocio, tenías que poner de tu propio bolsillo. En pocas palabras, nos hacían trabajar de a gratis”, afirma.Ante este tipo de atropellos de algunos dueños de negocios, la denominada Ley propina establece que los patrones no podrán “reservarse, hacer suyas, disponer, ni tener participación alguna en ellas [las propinas] y deberán distribuirse en función del tiempo y actividad, entre los trabajadores que las generen. La distribución se hará por parte de los propios trabajadores”, especifica un artículo de la propuesta de reforma laboral. Polémica y debate sobre las propinasLa decisión sobre las propinas, su porcentaje, obligatoriedad (o no), ha sido un tema de debate en los últimos años. En México, es una gratificación voluntaria y no obligatoria, de acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). No se puede incluir en la cuenta sin el consentimiento del cliente, y los establecimientos no pueden obligar a dejar una remuneración por el servicio. Sin embargo, casos recientes como el que sucedió en el restaurante La Polar, donde un comensal murió a causa de los golpes propiciados a manos del personal del local, presuntamente por no pagar la propina que exigían por el servicio; u otro caso similar, como el de la taquería El Borrego Viudo, donde una pareja recibió una paliza de los meseros por reclamar cobros excesivos en su recibo de consumo, han puesto de nuevo sobre la mesa la precariedad a la que se enfrenta el personal de servicio de este tipo de negocios. Así como la responsabilidad que se pretende colocar sobre los consumidores respecto a las obligaciones que los empleadores deberían cumplir. José (nombre ficticio), de 45 años, se encuentra buscando trabajo en las afueras de un mercado en la colonia Del Valle, en Ciudad de México. Un letrero en el que se puede leer “Solicito lavaloza. $1.800 + propinas x semana (sic)” llama su atención. Se encuentra desempleado porque renunció a su anterior trabajo, ya que los propietarios del restaurante les exigían a sus meseros el 10% de sus propinas para lo que denominaban como una caja chica en caso de emergencias o como un fondo común para fin de año. Sin embargo, cuando se les exigió la distribución del mismo, nunca rindieron una auditoría clara de a dónde fue a parar el dinero. Dice que la iniciativa de reforma laboral para las personas que trabajan a base de propinas es “una medida justa y necesaria”, pero que requiere de un seguimiento real por parte de las autoridades para su cumplimiento. “No vaya a ser que por esta ley prescindan de los viejitos que trabajan como cerillos en los supermercados”, menciona.La presidenta de la sección de restaurantes de la Cámara Nacional de Comercio, María Guadalupe Fierro, ha dicho que el área de servicios puede ser “gravemente dañada” con esta reforma y por la propuesta de reducción gradual de la jornada laboral a 40 horas en el país. Ha hecho hincapié en que se debe regular el ingreso de los meseros, ya que llegan a ganar la “increíble” cifra de entre 10.000 a 15.000 pesos a la semana. “Algunos [empleadores] no pagan el sueldo mínimo. Muchos patrones presentan abusos [en la administración de sus negocios] y como dice el dicho: por una la llevamos todos”, acotó Fierro.María Casanova, coordinadora del área de defensa legal del Centro de Reflexión y Acción Laboral, considera que esta reforma viene a que este principio de igualdad ante la ley pueda ser, “ahora sí”, disfrutado por todas las personas y que regente en espacios laborales donde anteriormente no se prestaba tanto la observación, si se estaba cumpliendo con las normativas de la Ley Federal del Trabajo.De igual manera, considera importante que las reformas no se queden solo en el texto y que las modificaciones lleguen a las personas que son beneficiaras de las mismas. “Es bastante importante que estas reformas puedan ser difundidas desde un lenguaje, desde un conocimiento y desde herramientas donde las personas trabajadoras sepan qué hacer en caso de que no estén siendo aplicadas. Que se formalicen por ejemplo también otros aspectos y escenarios como el tema de los contratos, del acceso a la seguridad social que, obviamente, también es igual de importante que gozar de un salario digno”, finaliza.


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