Begoña Sanjuán (Mequinenza, Zaragoza, 55 años) e Isabel Ramos (Lyon, Francia, 55 años) se conocieron sentadas una enfrente de la otra cuando trabajaban en la empresa de cosmética Natura Bissé. Dicen que conectaron enseguida, que hablaban el mismo lenguaje. Ramos, que es doctora en Química Orgánica, asegura de Sanjuán que tiene una gran capacidad para entender la ciencia y sus limitaciones. “Se maneja muy bien con las batas”, añade. Sanjuán, técnico superior en Peluquería y Estética, dice de Ramos que, a pesar de que los científicos gastan fama de cuadriculados, “tiene una gran capacidad de escucha y se deja redondear”. Juntas lanzaron en 2017 su propia marca de cosmética, Ayuna, una empresa que, ocho años después, vende en casi una veintena de países (Estados Unidos es su principal mercado) y que trabaja en la expansión por Oriente Próximo y países caribeños. “Nos han llamado pesadas muchas veces, pero soy de Aragón, enseguida me pongo con los brazos en jarras”, bromea Sanjuán. Pregunta. Dicen que después de años en el sector se dieron cuenta de que su forma de trabajar no era la habitual. ¿Qué tiene de particular?Respuesta (Begoña Sanjuán). Te pongo un ejemplo de una de nuestras muchas conversaciones. Me acuerdo de un día en que le hablé de una técnica en balneoterapia que consiste en una bañera con agua carbonatada en la que se sumerge a una persona durante un tiempo determinado para mejorar su circulación sanguínea. Le pregunté: “¿Ese CO₂ no podemos meterlo en un tarro en forma de crema?“. Ella, en vez de decirme que estaba loca, sacó la libreta y el boli, empezó a tomar notas, a hacer fórmulas y así nació uno de nuestros desarrollos. Más informaciónRespuesta (Isabel Ramos). Lo normal en esta industria es que el departamento de marketing haga un estudio para detectar tendencias, con el resultado vaya al laboratorio y les diga lo que tienen que hacer porque es lo que manda el mercado. Aquí vamos al revés. Aunque esto es un negocio como cualquier otro y se trata de luchar. P. Después de unos años trabajando para otros, juntas y por separado, se apuntan al paro y ahí deciden emprender. R. (B. S.). Éramos dos mujeres de 45 años dejando puestos directivos en los que estábamos tan tranquilas. Pero sí, yo solo sé que en 2014 germiné un hijo y una empresa. Primero fue una consultoría porque solo necesitábamos un ordenador, nuestra materia gris y una pareja a nuestro lado que asegurara los ingresos. En un año facturamos 60.000 euros, nos lo podíamos haber repartido, pero nos miramos y dijimos: “¿Qué tal si lo invertimos en una marca propia y dejamos de dar ideas a otros?”.Tras años en la industria, Isabel Ramos y Begoña Sanjuán lanzaron su empresa de cosmética Ayuna en 2017.Pablo MongeR. (I. R.). Decidimos crear nuestro propio sueño: una empresa de productos clean. P. ¿Eso qué es?R. (I. R.). En la Universidad de Granada hay un grupo de investigación dirigido por el doctor Nicolás Olea, experto en tóxicos ambientales, que estudia qué es llevar una vida clean. Y eso significa eliminar sustancias que tenemos en nuestro día a día y que afectan a nuestro cuerpo. Olea dice, para que te hagas una idea, que meamos plástico. Eso lo incorporamos a nuestros productos, pero también a nuestros procesos productivos. Hasta hace poco, en Estados Unidos había solo 13 ingredientes prohibidos en la industria cosmética, frente a los casi 3.000 de la Unión Europea. Nosotras eliminamos 15.000 con un criterio estrictamente científico, ya haya evidencia, duda o sospecha, porque aplicamos el principio de precaución. Son incompatibles para nosotras, no solo a nivel toxicológico sino a nivel medioambiental, por su proceso de extracción, de manipulación y por cómo afectan a las personas que trabajan con esas sustancias. Trabajamos con un 10% de los ingredientes de la industria convencional. Eso es un reto, somos una especie de rompehielos. P. Además de pesadas, las llamarán exageradas. R. (I. R.). Nosotras lo llamamos coherencia. Hay mucha oferta en el mercado donde elegir, pero hemos comprobado durante nuestra carrera profesional que en sostenibilidad nada es lo que parece. Para obtener el extracto de una planta has tenido que cultivar una extensión enorme de suelo que requiere muchísima agua. Nosotras optamos por la biotecnología y los cultivos de células madre vegetales, que tienen la ventaja de que son verticales y en unos pocos metros puedes obtener cantidad para producir millones de productos cosméticos. Trabajamos con una spin off de la Universidad de Barcelona especialista en botánica. Detrás de eso hay años de investigación para tener las condiciones para que esa planta crezca de una determinada manera y con el objetivo que tú necesitas. R. (B. S.). Es justo todo lo contrario de lo que nos contaban en el lujo hace años, que para obtener una gota de un perfume se han cultivado no sé cuántas hectáreas. Eso lo hacemos con respecto a la fórmula, pero no podemos ser solo limpios ahí, también en los mensajes. Yo no quiero decirle a una mujer lo que el resto de marcas, que si envejeces estás fea, que no eres lo suficientemente perfecta o joven. Si envejeces a lo mejor es porque estás viva. Y si te cuento lo del tarro…P. Por favor, no se corte. R. (B. S.) Cuando empezamos con la empresa hablábamos de que queríamos un envase sostenible y nos miraban con cara rara. Nos dimos cuenta de que el envase ideal era la cerámica, porque no deja de ser tierra. ¿Qué hay más biodegradable que eso? Me fui al cluster de los ceramistas de Valencia a presentar el proyecto y encontré una empresa con el padre al mando y un hijo que quería hacer algo diferente. Me contactó y me dijo: “Hemos hecho cerámica para la mayonesa Heinz, ¿algo así querrás?”. Le contesté: “¡Pero si la mayonesa es una crema!”. Hasta un año y medio después de nuestro lanzamiento no conseguimos que todo, incluido el tapón, fuera 100% cerámica. P. ¿Dónde producen?R (B. S.). Todo en España, entre Zaragoza y Barcelona. Somos dos socias, cada una desde nuestra casa, con unos 75 colaboradores repartidos por el mundo. Para la última ponencia que hice sobre longevidad, en Singapur, me pidieron una foto y mandé una que tengo en mi pueblo, Mequinenza, que tiene 2.500 habitantes, con la gente de fondo haciendo jabón artesano. Si lo piensas, es el primer cosmético que ha salvado a la humanidad, tanto de la peste como de otras enfermedades. P. Todo muy patrio, pero cuando debutaron en 2017 lo hicieron en Los Ángeles. R (B. S.). Porque era donde estaban listos para entender la biotecnología y lo orgánico. Nos dijeron que éramos como La Mer pero en natural, o el Tesla de la cosmética, aunque no sé si esto ahora es muy políticamente correcto (risas). P. Constituyeron una empresa en Estados Unidos para distribuir sus productos. Si yo les digo aranceles…R (I. R.). Pues te decimos que mal, porque eso nos va a acabar repercutiendo en el producto y, por tanto, en el consumidor. Begoña Sanjuán y, a la derecha, Isabel Ramos, fundadoras de la empresa Ayuna, en Madrid.Pablo Monge
Begoña Sanjuán e Isabel Ramos, fundadoras de Ayuna: “En sostenibilidad nada es lo que parece” | Estilo
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