En su primera aventura ya condujeron por la Rusia de Stalin en un coche de carreras. Poco después descubrieron Congo, esta vez al volante de un Ford T, el primer vehículo producido en serie por el fabricante estadounidense. En Chicago escaparon de los mafiosos que les perseguían en un Bugatti 35, mítico deportivo de la firma francesa en los años 20. En el centro de las aventuras estaban Tintín y su perro Milú, héroes de la saga del historietista belga Hergé (1907-1983), en la que a menudo había un tercer protagonista.Más información“En el universo de Hergé, el coche, más que un objeto, es un personaje más que forma parte de las historias, acompaña a los lectores y les guía en las aventuras de Tintín”, explica Dominique Maricq, archivista de la fundación Hergé, organismo que vela por el legado del creador y uno de los organizadores de la exposición En coche con Tintín, que acoge el Salón Nacional del Automóvil de Mulhouse, al norte de Francia.La muestra, la mayor sobre la temática y que se puede ver hasta noviembre, revela la obsesión de Hergé por los coches y el proceso creativo y de documentación que siguió a la hora de ilustrarlos en las aventuras de Tintín: acumuló alrededor de 20.000 imágenes, fotos, maquetas o publicaciones que encontraba en las revistas especializadas. Una pequeña parte de este vasto archivo se puede ver en la exposición, junto a una decena de vehículos clásicos a tamaño real en los que se inspiró y que pertenecen al museo. “Hergé nació a principios de un siglo en el que hubo grandes progresos en ámbitos como la aviación o la automoción. Consciente de ese avance, en el momento en el que decide crear un personaje como Tintín, que ama la acción y la aventura, el coche se convierte rápidamente en el compañero ideal”, explica el experto durante la visita a la muestra.Con 31 años, Hergé logró comprarse su primer coche: un Opel Olympia Cabriolet, que incluye en el episodio El Cetro de Ottokar. “Durante la guerra lo escondí en una granja, porque los alemanes requisaban los coches. No lo conduje mucho; además, la gasolina, era difícil de encontrar en aquella época”, relató el historietista, que falleció en 1983. Tenía predilección por las marcas italianas y por el Jeep, que está en varias de las portadas de la saga, como “en Objetivo: la Luna. Vemos hasta qué punto este modelo era importante para él”, explica Maricq, que se ha pasado meses seleccionando el material para la muestra dentro del banco documental de Hergé.Viñeta de de la serie gráfica ‘Tintín’. Cedida por la Fundación Hergé.Fundación HergéEn los 24 álbumes de Tintín caracterizó 70 coches de mediados del siglo XX. Uno de los que se pueden ver a tamaño real es el Citroën 2CV, muy popularizado en Francia hasta los años 90 y que aparece en tres de sus álbumes. Hergé lo coloreó de verde, aunque el que más se vendía era gris. También está el Bugatti 35, otro de los emblemáticos, o el Almicar francés de los años 20. “Nada se ha expuesto fuera de los diseños de Hergé, se ha recreado todo su universo, con una fidelidad total y respeto por el trabajo del creador”, explica Robert Vangeneberg, administrador del Museo Hergé de Tintinmaginatio.En la exposición se aprecia la evolución en su proceso creativo. Recreaba meticulosamente los modelos gracias a las fotos o maquetas. Después empezó a trabajar con un equipo de colaboradores, encargados de afinar la técnica para que se parecieran lo más posible a los reales. “En las primeras historias se aprecian más sus trazos, pero a medida que avanzan vemos ejemplares mucho más sofisticados, que se muestran de manera más precisa, pero pierden un poco de espontaneidad”, explica Maricq.En pocas viñetas son elementos pasivos. Los vehículos se convierten en héroes que ayudan a Tintín y Milú a escapar y este se convierte en piloto en las persecuciones. A veces los vehículos cobran vida, como en El asunto Tornasol, cuando los dos inspectores que persiguen a Tintín deforman la cubierta. Eran populares las carreras de coches, así que “su presencia agiliza las historias y recuerda a las películas de la época donde hay gánster y persecuciones. Los coches de Tintín se sitúan rápidamente como protagonistas de la acción”, según el experto.Vehículos clásicos en la exposición ‘En auto con Tintín’, en el Museo Nacional del Automóvil de Mulhause (Francia). Fotografía cedida por la exposición.Dominique GiannelliEs la exposición más ambiciosa que se ha hecho sobre la temática. Se realizó una en Toulouse sobre Tintín y los aviones y otra en el Museo de la Marina de París sobre los barcos que aparecen en sus aventuras. “El universo de Hergé sobrepasa al artista. Hay gente que no es amante de los coches o los aviones, pero sí de Tintín. Pocos autores pueden presumir de haber estado tan presentes en el imaginario colectivo. Hay imágenes, como las de estos coches, que nos evocan su universo y nos hacen pensar en una viñeta de Tintín, más que en una de Astérix, por ejemplo”, según el archivista.La mitificación de sus objetos no ocurre solo con el coche, como explica Vangenebert: “En la exposición hay un sillón rojo, que es icónico en muchas viñetas, aunque en realidad él no pasó mucho tiempo sentado en él. Hergé tenía esa capacidad para captar el entorno y traducirlo en imágenes que nos hacían comprender y descubrir las cosas”.La saga, que empezó en 1929 con Tintín en el país de los Soviets y acabó con Tintín y Los Pícaros, en 1976, contó los cambios del siglo XX. Dice Maricq: “Hergé fue testigo de la época y cada álbum es como una parte de la enciclopedia de la historia del siglo. Si Tintín existiera en 2025 sería muy sensible a los desafíos ecológicos, y si tuviera que viajar en coche, sería uno ‘verde’. Ya en los últimos álbumes hay una sensibilidad en el héroe que es diferente a la de los primeros, tenía una posición más zen, en la que ya no se quería mezclar en grandes aventuras. Como en Tintín y los pícaros, donde incluso se le ve hacer una postura de yoga. Un álbum actual estaría orientado a los grandes desafíos del tiempo presente. Sin duda Tintín seguiría contándonos la Historia”.
De ‘road trip’ con Tintín y Milú | Cultura
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