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Docentes en la era digital: claves para una educación resiliente e hibrída | América Futura

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¿Qué docentes demanda la era digital? Necesitamos profesionales formados y capacitados en competencias digitales, con la competencia de enseñar a sus estudiantes a usar las nuevas tecnologías, así como las herramientas de aprendizaje y fomentar un pensamiento crítico. Se requiere facilitadores del aprendizaje que desarrollen habilidades clave como la creatividad, la inteligencia emocional y la resolución de problemas. Y, más aún, docentes, preparados para diseñar y llevar a cabo experiencias pedagógicas efectivas en formatos diversos, ya sean estos presenciales, virtuales o híbridos.Esta pregunta – y sus respuestas – dejaron de ser una cuestión académica o marginal con la irrupción de la pandemia. La educación híbrida, que combina enseñanza presencial y a distancia, se volvió una necesidad urgente para sostener los procesos de aprendizaje durante el confinamiento. Sin embargo, también evidenció profundas brechas. En América Latina, mientras algunos estudiantes pudieron conectarse sin mayores dificultades, otros no contaban siquiera con elementos básicos o un dispositivo en casa. Pero más allá de la infraestructura tecnológica, el desafío más profundo fue pedagógico: muchos docentes no lograron adaptar su práctica al nuevo contexto, limitando la enseñanza virtual, en muchos casos, a replicar metodologías pensadas para la sala de clases.Aunque la pandemia ha quedado atrás, las preguntas que dejó siguen siendo muy actuales. Hoy sabemos que la educación híbrida llegó para quedarse, porque hay situaciones donde este formato es la única opción o la mejor alternativa. Esta puede asegurar la continuidad educativa en contextos de aislamiento de la población, ruralidad, desplazamiento forzado o desastres, entre otros. Pero también puede ser la mejor alternativa posible, por ejemplo, para estudiantes que, por enfermedad o tratamientos médicos, no pueden asistir a la escuela regular. Por eso, fortalecer las capacidades docentes para enseñar en estos formatos no es solo una apuesta por la innovación: es una estrategia de resiliencia.Un marco de formación docente elaborado recientemente por la UNESCO y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) propone una serie de competencias clave para enseñar en entornos híbridos. Entre ellas, la capacidad de planificar clases accesibles en distintos formatos para adaptarse a las diversas formas de aprender; el desarrollo de estrategias para cuidar el bienestar emocional de las y los estudiantes que aprenden a distancia, muchas veces de forma asincrónica; el uso de herramientas tecnológicas para evaluar aprendizajes de manera justa y variada; la colaboración efectiva con familias y comunidades, tanto en lo presencial como en lo virtual; y una ética profesional sólida, que garantice el uso responsable de la tecnología y la protección de datos personales.En este contexto, la inteligencia artificial también aparece como una posible aliada. Cuando se integra de forma adecuada, la inteligencia artificial puede estar al servicio de la personalización del aprendizaje, la automatización de tareas administrativas y la entrega de retroalimentación en tiempo real. Además, puede ayudar a identificar tempranamente dificultades de aprendizaje e incluso facilitar la creación de contenidos interactivos y adaptativos.Alumnos de escuela primaria, en Guatemala. John Moore (Getty Images)Pero para que eso ocurra, es imprescindible que las y los docentes tengan las competencias necesarias para integrar la inteligencia artificial de manera ética, crítica y pedagógica. Sin esa formación, se corre el riesgo de convertirla en una barrera más que en un apoyo.Existe además un riesgo real de profundizar las desigualdades: si no se invierte en el desarrollo de habilidades docentes para la enseñanza virtual o híbrida, podría suceder que solo las y los estudiantes con mayores recursos accedan a profesores calificados para combinar tecnología y pedagogía, mientras que los sectores más vulnerables se mantengan fuera del sistema educativo o relegados a interacciones con chatbots o plataformas automatizadas, debilitando el vínculo personal que constituye un componente esencial en la experiencia de aprendizaje.Poner a las y los docentes en el centro de la transformación educativa es urgente. Prepararlos para la era digital no es solo cuestión de capacitaciones técnicas: implica una inversión sostenida en su desarrollo profesional, que considere diagnósticos claros, programas de formación con acompañamiento en la práctica, seguimiento continuo y evaluación de impacto.Aquellos docentes que desarrollen competencias digitales con un enfoque pedagógico estarán mejor posicionados en los contextos educativos del futuro, en comparación con quienes no logren adaptarse a estos cambios. Y es responsabilidad de los Estados, de las instituciones educativas y de la sociedad en su conjunto, asegurar que todos los profesores, sin importar dónde vivan o trabajen, tengan acceso a esa formación.El éxito de la tecnología en la educación no dependerá de los algoritmos, sino de qué tan bien preparemos y acompañemos a quienes enseñan. Invertir hoy en el cuerpo docente es invertir en la adaptabilidad y la resiliencia del sistema educativo en contextos cambiantes y desafiantes, de modo tal que podamos garantizar el derecho fundamental a la educación de todas las personas, sin dejar a nadie atrás.Esther Kuisch Laroche es directora de la Oficina Regional de la Unesco para América y el Caribe, y Mercedes Mateo Díaz es jefe de División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)


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