Friedrich Merz afrontará, en cuanto sea investido canciller de Alemania a principios de mayo, el mismo dilema endemoniado de otros dirigentes moderados en toda Europa. Ante el avance galopante de la extrema derecha, ¿es el antídoto una política de inmigración más restrictiva, para responder así a las inquietudes en la sociedad que alimentan a estos partidos? ¿O bien lo único que logrará esta política es legitimar estas ideologías, con el riesgo añadido de que los votantes acaben prefiriendo el original a la copia?El democristiano Merz, que gobernará en coalición con los socialdemócratas, sabe que la respuesta a estas preguntas será clave esta legislatura. Si la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), hoy el segundo grupo parlamentario y el primer partido de la oposición, es la fuerza más votada en las próximas legislativas, previstas en 2029, significará que él ha fracasado en su estrategia. Si, al contrario, AfD pierde fuerza en estos años, será un éxito para el futuro canciller. Debe hilar fino.“La migración irregular polariza nuestra sociedad”, se lee en el llamado contrato de coalición, 144 páginas consensuadas hasta la última coma entre la CDU de Merz, la CSU (Unión Cristianosocial) bávara y el SPD. Es una manera de reconocer el impacto político del fenómeno. Entre los democristianos, existe la convicción de que la decisión de la canciller de su partido, Angela Merkel, en 2015, de permitir la entrada de un millón de refugiados no solo mostró al mundo la imagen de un país abierto y solidario: también propulsó a AfD a costa de la CDU.“Hay que tener en cuenta que una amplia parte de la población alemana quiere una política de inmigración más severa”, constata el diputado socialdemócrata Nils Schmid. “Pero el problema es más amplio”, afirma, y cita una sensación de inseguridad que tiene que ver no solo con la criminalidad y la inmigración, sino con las incertidumbres sociales y económicas. Todo esto se conjuga para alimentar a AfD. Schmid considera que el contrato de coalición es un texto “bastante equilibrado”, y “digerible” para el SPD, que esta semana abre un proceso de voto electrónico para que la militancia se pronuncie.Las páginas dedicadas a la política de asilo e inmigración plantean un endurecimiento de las condiciones para que los extranjeros entren en Alemania. Así lo habían prometido los democristianos durante una campaña marcada por varios crímenes perpetrados por demandantes de asilo y por las peticiones de expulsiones masivas por parte de la extrema derecha. “Re-emigración”, exigía su candidata, Alice Weidel.Al mismo tiempo, los socialdemócratas celebran haber introducido en el acuerdo algunas salvaguardas, al exigir que las decisiones se tomen en un marco europeo. Han evitado medidas más contundentes que figuraban en borradores de la negociación, como la posibilidad de retirar la nacionalidad a alemanes con doble pasaporte que hayan apoyado el terrorismo o el antisemitismo. Y, aunque el Ministerio del Interior lo debe ocupar un político de la muy conservadora CSU, al SPD le corresponde el ministerio de Justicia, clave en el control legal de las medidas de Interior.“Merz va en serio. Prometió un giro migratorio y el acuerdo de coalición incluye algunas de las ideas centrales de la CDU y la CSU en la campaña”, resumía hace unos días, en un coloquio en Berlín, Victoria Rietig, directora del Centro para la Migración en el laboratorio de ideas Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP, por sus siglas alemanas). La experta matizó: “Hay que decir que el SPD ganó algunos puntos y atenuó algunas de las demandas más extremas”.Rietig distingue entre las medidas que tendrán un impacto inmediato y las que dependerán de otras circunstancias. Entre las primeras, está el fin del programa especial para admitir a refugiados de países específicos, como Afganistán, “lo que significa que habrá menos refugiados llegando a Alemania legalmente en avión”. También se suprime la reunificación familiar para personas con un estatus de asilo limitado. Se recortarán los subsidios para los ucranios. Para nacionalizarse alemán todo el mundo tendrá que esperar cinco años y no bastará con tres, como hasta ahora en algunos casos.Más complejo resultará aplicar promesas que coparon titulares durante la campaña, como la expulsión de los demandantes de asilo recién llegados. “Está poco claro cómo funcionará”, dice la experta de DGAP. “El acuerdo dice que se hará en cooperación con los países vecinos, pero esto puede significar cualquier cosa”.El profesor Daniel Thym, autor del libro Controlar la inmigración, considera que esta medida y los controles fronterizos con los vecinos de la UE “es algo casi revolucionario, y es un cambio de dirección que hará bajar los números [de refugiados]”. “Alemania envía una señal restrictiva al mundo”, declaró este experto al diario Bild. Pero, como Rietig, él también es cauto sobre su aplicación: “Está claro que los tribunales no lo aceptarían de manera permanente”.El contrato de la coalición defiende “reducir” el atractivo del robusto Estado del bienestar alemán para los inmigrantes, y dice que el objetivo no solo es “controlar” la inmigración —tal era la doctrina hasta ahora— sino “limitarla”. Estas eran ideas que Merz defendía en campaña, y que le llevaron a promover varias votaciones en el Bundestag que contaron con el apoyo de la extrema derecha. Pero el documento también recuerda que “Alemania es un país abierto al mundo”, además de subrayar que “el derecho fundamental al asilo es inviolable” y que el mercado laboral necesita inmigrantes cualificados. Estas frases llevan el sello del SPD, aunque este es un partido que también reivindica haber endurecido las normas y haber reducido el número de demandantes de asilo: el campo de entendimiento con la CDU/CSU era amplio.El interrogante es si el compromiso será eficaz ante AfD, que en algunos sondeos ya iguala a la CDU como primer partido. “Incluso si el Gobierno lograse reducir la inmigración irregular que llega a Alemania”, analiza la experta Rietig, “la gran pregunta es si el apoyo a AfD bajará solo porque estos números bajen. En el pasado no ha sido así. El número de llegadas ha bajado y hasta ahora esto no ha disminuido el auge de AfD”.A AfD no le convence el acuerdo y ve una oportunidad. “Yo no veo en el contrato de coalición que haya que poner fin a la migración ilegal, y esta cuestión decidirá el destino de la CDU”, dice el diputado de este partido Sascha Lensing, policía de profesión y elegido por un distrito de la cuenca industrial del Ruhr con cerca del 25% de extranjeros. Lensing cree que, al pactar con el SPD, la CDU se aleja de sus votantes y deja a su partido un campo amplio para seguir subiendo. “Será interesante ver cómo reaccionan los ciudadanos”, augura.
El giro migratorio de Merz, ¿antídoto o ayuda para la extrema derecha? | Internacional
6 min
