Julia Carpenter tiene 40 años, y desde 2008 trabaja como manicurista en Oregon, Estados Unidos, donde comparte su vida con su esposo Matthew. El 20 de febrero de 2024, con la intención de prevenir problemas de salud como los que recientemente acabaron con la vida de su madre, Carpenter se sometió a una operación de pérdida de peso (bypass gástrico) en la clínica Beauty and Light Medical Solutions en Tijuana, a poco más de 1.600 kilómetros de distancia. Cuatro días después, ya de vuelta en su hogar, los problemas comenzaron. Le diagnosticaron, primero, una neumonía que fue tratada con antibióticos, pero en los siguientes nueve meses un centro médico en Oregon le practicó tres cirugías para corregir el daño tras el procedimiento en México, en el que engraparon su intestino y le produjeron una obstrucción a nivel del remanente gástrico. Ahora, Carpenter ha denunciado al médico Mauricio Gutiérrez García. Pero desconoce su paradero desde el día de la operación y después de rastrear al menos cinco domicilios donde supuestamente operaba la clínica, tampoco encontró nada. Cuando los abogados de Carpenter decidieron ir personalmente a Tijuana para notificar sobre la demanda penal, no encontraron nada. Uno de sus abogados, Javier Bravo, explica que, pese a que las autoridades locales han contribuido en todo lo que han requerido sobre la investigación, ni el médico Gutiérrez ni el personal que la atendió han aparecido para dar respuesta o darse por notificados. “Para empezar, la clínica ya no existe. Al momento de la operación de Julia esto era Beauty and Light, así se llamaba. Pero cuando fuimos al domicilio (el que aparece en Instagram y en internet) resulta que no existe y que nadie conoce al doctor Mauricio García Gutiérrez. Que ahí no realizan ese tipo de operaciones. Esto es un modus operandi. Y es delicadísimo porque se trata de un tema de vida y de salud”, dice.A finales de 2023, Carpenter tomó la decisión de someterse a una cirugía que le ayudara a prevenir problemas de salud que ella misma había vivido de cerca con su madre. “La razón por la que me hicieron la cirugía fue porque mi madre falleció recientemente. Ella luchó mucho por su salud porque tenía sobrepeso y eso contribuyó a muchos otros problemas a medida que envejeció y finalmente falleció. Quería adelantarme a los acontecimientos y tratar de asegurarme de no sufrir como ella”, explica a este diario.Carpenter asegura que ella y su esposo disfrutaban de caminatas al aire libre, nadar en el río, ir a conciertos y viajar. Después de su intervención, no ha podido hacer nada de eso. Agradece a su esposo haberse tomado algunos meses en su trabajo, como policía, para poder ayudarla a pasar las primeras semanas en las que, asegura, no podía siquiera levantarse ni caminar por sí misma. “No me explicaron muchas cosas sobre cómo cuidarme después o qué hacer durante la recuperación. Al final me cosieron el estómago y estalló tres semanas después. Tuve una infección séptica y casi muero”, recuerda.Los servicios que pagó, por un monto de 6.499 dólares en total (poco más de 127.000 pesos mexicanos), los contrató sin saber una sola palabra en español, por lo que, hasta entonces, ella entendía que era una operación de Bypass Gástrico y una Colecistectomía, que es la extracción de la vesícula biliar. Sus abogados dicen que ya en San Diego —en donde aterrizó su vuelo y desde donde la trasladaron a ella y a Matthew hacia Tijuana— le dieron una supuesta traducción de la autorización que tendría que firmar para poder ser operada.Sin embargo, después de un par de meses, cuando sus problemas de salud se agravaron, su esposo se comunicó con una médica, presuntamente supervisora de la clínica, quien se negó a compartirle los documentos detallados sobre la cirugía, pero le confirmó, vía correo electrónico que la operación, según los registros, había sido una anastomosis ileal duodenal (una técnica que conecta directamente el duodeno, la primera parte del intestino delgado, con el íleo, la última parte), y no el Bypass acordado. Esa fue la última comunicación que tuvieron con esta doctora.Otros de los aspectos que detalla la denuncia penal, es que el certificado del médico García Gutiérrez (emitido por el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas, CONACEM), tenía cuatro días vencido en el momento de la operación de Julia. Además, de camino al Hospital de Bellas Artes, en Tijuana, donde pasaron la noche, le extrajeron pruebas de sangre dentro del vehículo en el que eran trasladados sin las medidas ni las condiciones sanitarias adecuadas.Para Carpenter y sus abogados, es importante que reparen el daño que sufrió y que, de acuerdo con los médicos, le provocará de por vida problemas de salud, al tener una obstrucción intestinal de un 20%. Pero también, desean que el médico responsable de la operación y de todo el personal a su cargo, deje de operar y de trabajar captando ciudadanos estadounidenses que buscan pasar la frontera sur en busca de precios más accesibles y de mejor atención. “Estamos hablando de gente de clase trabajadora. Ese es el perfil de víctimas que atrae estas clínicas”, dice Bravo.Turismo de SaludLa presidenta de la Asociación de Turismo de Salud en Baja California —un organismo creado tras el aumento de la llegada de ciudadanos a esa parte de la frontera en busca de servicios médicos— Atzimba Villegas, ha asegurado que en los siguientes cinco años esperan que este tipo de actividades económicas crezcan un 27%: “El turismo de Salud es la segunda derrama económica más importante después de la industrial”, dice en una reciente entrevista para la Deutsche Welle. Además, en mayo de 2024, Villegas confirmaba que un 75% de las cirugías estéticas que se practican en Tijuana son a mujeres extranjeras. Y que las principales intervenciones, entre ellas, son los procesos bariátricos, cirugías plásticas, traumatología y dentales.Sin embargo, el caso de Carpenter, no es único ni tampoco aislado. Sus abogados han encontrado otro médico ligado a Gutiérrez García, que ha sido señalado por ser el presunto responsable de la muerte de dos personas en condiciones similares. Aunque la Fiscalía local les ha confirmado la relación entre ambos médicos, no están seguros de si esa carpeta esté judicializada. Además, los casos de negligencias médicas similares son demasiados. Solo buscarlo en internet arroja decenas de resultados de mujeres mexicanas y extranjeras en busca de justicia. Apenas durante las primeras semanas de enero, dos mujeres murieron durante procedimientos estéticos en clínicas de Baja California. Una de ellas, de 43 años, y la otra, que era la influencer de 29 años, Asli Fernández. Ambos casos han sido investigados por la Fiscalía estatal.Las redes sociales y algunos sitios donde se promociona la clínica Beauty and Light Medical Solutions en Tijuana y el médico Mauricio Gutiérrez García siguen activas. En sus publicaciones describen que son expertos en cirugía de manga gástrica, bypass, hernia, apéndice, entre muchos otros.
Falso turismo médico en la frontera: una mujer estadounidense sufre daños graves tras una operación para bajar de peso en Tijuana
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