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Feria de San Isidro: La verdad desnuda de Víctor Hernández | Cultura

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Como en la vida, la verdad, en el toreo, es fundamental. Pero, ¿qué es la verdad? Podríamos decir que es la ausencia de mentiras, en este caso, de trampas y ventajas delante de la cara del toro. Lamentablemente, como en la vida, en la fiesta de los toros prevalecen estas últimas. Son mayoría los toreros —con las llamadas figuras a la cabeza— que practican un toreo desprovisto de pureza. El cite fuera de cacho, el abuso del pico, la pierna retrasada, el remate del muletazo no en la cadera, sino hacia el más allá…Más informaciónPor eso, es de justicia reconocer a los diestros que, con sus fallos o limitaciones, buscan la verdad. Uno de ellos, al menos por lo demostrado este sábado en Madrid, es Víctor Hernández. Este joven madrileño, con solo una temporada completa como matador a sus espaldas, dio una lección de pureza y ante dos toros, especialmente su primero, nada fáciles.Ese tercero, más bajo que sus hermanos, pero igualmente astifino, fue el único con poder de la corrida de inválidos que lidió El Pilar. Mientras dos de sus compañeros de cercado tuvieron que ser enviados de vuelta a los corrales por su endeblez manifiesta (el primero también debió correr la misma suerte), el primero del lote de Hernández no tuvo problemas para mantenerse en pie. Tuvo fuerza. Y mala baba.Manseó en el caballo, puso en aprietos a los banderilleros —no fue el único del encierro— y derrochó casta, exigencia y peligro en el último tercio. Incierto siempre, a la mínima, reponía y buscaba las zapatillas. O el cuello. Un toro que pedía el carnet, cómo siempre se dijo. Y Víctor Hernández se lo presentó.Faltó firmeza y mando al principio de la faena, pero a partir del ecuador, ya sobre la mano izquierda, el torero se plantó muy de verdad, dando el pecho y ofreciendo la femoral en cada muletazo. De uno en uno, muy cruzado siempre, mediante el toque preciso, echó los vuelos y llevó enganchada la embestida hasta el final. No faltaron los enganchones, lógico, ni algún susto, pero hubo emoción. La emoción que surge de la verdad y la sinceridad de un hombre entregado. Tras dejar media estocada, paseó una oreja.Frente al sexto, un sobrero de Villamarta, igualmente manso en el primer tercio, y que se movió de forma desigual, sin entrega y metiéndose muy por dentro, Hernández lo volvió a intentar, bien colocado y vertical, pero apenas hubo lucimiento. Algún natural de buen trazo, sin inmutarse ante los constantes achuchones del animal, y unas bernadinas finales muy ajustadas. Esta vez, sin embargo, pinchó.No hubo la misma sinceridad en la actuación de David Galván. Ni en la de Diego Urdiales. Este último, uno de los pocos representantes contemporáneos del toreo puro, no se puso en el sitio ni una vez. El contraste entre los que empiezan y los que ya están de retirada. Ante el inválido primero, que se pegó una costalada al segundo muletazo, deambuló entre probaturas; mientras con el deslucido y violento cuarto, directamente, abrevió. Galván, por su parte, no pasó de pinturero en dos faenas largas en las que sobraron posturitas y faltó ceñimiento, profundidad y mando. Dejó detalles, ligó los muletazos -el público, encantado-, pero casi siempre se colocó de perfil, limitándose a acompañar las embestidas, tan nobles como sosas, de su lote. Pero, claro, ya se sabe, como hubo ligazón y mató a la primera, le pidieron la oreja. En ambos turnos. No las concedió el presidente, a lo que Galván respondió, unilateralmente, pegándose dos vueltas al ruedo. Deseamos que le supieran a gloria.El Pilar / Urdiales, Galván, HernándezToros de El Pilar, desiguales de presentación, mansos en varas, nobles y muy blandos, salvo el encastado y difícil 3º; un sobrero (5º bis) de Castillejo de Huebra, bien presentado, manso, noble y descastado; y un sobrero (6º bis) de Villamarta, sin trapío, manso y de embestida descompuesta.
Diego Urdiales: pinchazo, estocada muy atravesada que hace guardia y tres descabellos (silencio); estocada delantera y atravesada (silencio).
David Galván: _aviso_ estocada contraria _segundo aviso_ (vuelta tras petición); estocada algo trasera (vuelta protestada tras petición).
Víctor Hernández: media estocada (oreja); pinchazo _aviso_, otros dos pinchazos y estocada baja (silencio).
Plaza de toros de Las Ventas. 10 de mayo. Segunda corrida de la Feria de San Isidro. Unos tres cuartos de entrada (20.586 espectadores, según la empresa).


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