El canto de los jilgueros, verderones, abubillas, currucas, mosquiteros, chochines e incluso el sonido de los mochuelos alegra el paseo matutino por la finca regenerativa Valle del Conde, en Luque, en el parque natural de las Sierras Subbéticas de Córdoba. Los buitres que anidan en cortados cercanos también dejan su impronta entre los visitantes, que transitan gratamente sorprendidos sobre un terreno con plantas autóctonas como la caléndula, achicoria o la mielga de caracolillo. Y en el otro extremo, cinco rebaños de ovejas participan en esta especie de simbiosis entre la naturaleza y el hombre, que es esta explotación agroganadera que acaba de ser reconocida con el premio al olivar más sostenible de España, galardón exaequo con la finca el Cortijo Guadiana (Úbeda), otorgado por la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO).“Lo que estamos haciendo no es nada nuevo, se trata de enmendar el error histórico cometido al desconectar la agricultura de la ganadería, que fue cuando nos hicimos esclavos de las grandes compañías que venden los insumos”, explica Francisco Ruiz, director técnico de esta finca cordobesa convertida en referente en la regeneración de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático a través de la recuperación del suelo, de las relaciones entre seres vivos y el conocimiento científico. Cortijo con placas solares de la finca del Valle de Córdoba.Jose Manuel PedrosaEl Valle del Conde es un reducto montañoso de 230 hectáreas en el que las lomas y picos se entremezclan con un paisaje donde domina el olivar y que completa el bosque mediterráneo. La familia Ruiz adquirió esta finca en 1985 con la intención de resarcirse de la crisis que se llevó por delante su negocio de la industria textil. Pero no fue hasta el año 2019 cuando se produjo el punto de inflexión en la gestión de la finca, convertida en una explotación ecológica que alberga hoy unos 20.000 olivos que producen 150.000 kilos de aceite de oliva. Al llegar a esta finca, que se encuentra encajonada y extendida entre varias elevaciones calcáreas y lindando con terrenos pétreos y boscosos, llama la atención el verde intenso de la cubierta vegetal que se extiende por toda la superficie agraria. Es un paisaje atípico en una zona como esta, la Subbética cordobesa, que acostumbra a mostrar terrenos secos y apelmazados más propios de un desierto que de un bosque. “El suelo es nuestro mayor tesoro y la clave de esta agroganadería regenerativa que implantamos”, subraya Ruiz, que comparte con sus hermanos la gestión de esta finca familiar. Ovejas entre los olivos en la Finca el Valle del Conde en CórdobaJose Manuel PedrosaSuelo sano“La cobertura vegetal protege contra la erosión y mejora la estructura del suelo, reduciendo la necesidad de insumos sintéticos”, explica. Aunque el elemento diferenciador de esta finca respecto a otras experiencias de prácticas regenerativas en el campo es la apuesta de agricultura y ganadería. Las aves ayudan con la dispersión de semillas y polen que transporta el animal de unas parcelas a otras, así como el aporte de materia orgánica a los suelos y para combatir dos de las principales plagas que sufre el olivar, como la mosca del olivo y el prays (polilla del olivo). El hábitat protegido de estas pequeñas aves insectívoras les permite también ofrecer rutas ornitológicas para los visitantes. De otro lado, las plantas que brotan en el suelo (apenas existen los jaramagos) retienen el agua, aportan nitrógeno y gestionan el carbono. “Eso es señal de vida y de que el suelo está sano y sin herbicidas, se ha regulado solo respetándolo”, expone el agricultor de Luque. Y añade: “Las plantas autóctonas juegan un papel clave en la agricultura regenerativa, ya que ayudan a mejorar la salud del suelo mediante la fijación de nutrientes y la retención de agua. A través de la fotosíntesis, capturan carbono y contribuyen a reducir los efectos del cambio climático promoviendo ecosistemas agrícolas más resilientes”.No menos importante resulta el pastoreo regenerativo. Hasta cinco rebaños de ovejas participan en esta simbiosis, que alimenta al ganado y produce una labor de recorte y abonado, un proceso que se repite varias veces a lo largo del año, dando como resultado una especie de manto recortado todo el año. Incluso la lana de las ovejas, con un tratamiento de procesos naturales, se convierte en abono orgánico. Las labores de poda producen el típico picado de ramas que se encargan una vez expandidas de aportar nutrientes naturales. Tras la tala, la madera de los olivos se lleva para ser carbonizada y se transforma en pequeñas piezas que se reparten por el suelo. A esto se unen los restos orgánicos y de tierra que se criba en las almazaras cuando se realiza la entrega de la recolección. Es decir, un tipo de agricultura donde casi todo lo que genera la finca se queda en ella. Una de las múltiples aves que se refugian en estos olivares.Jose Manuel Pedrosa“El resultado es un suelo verde y rico, homogéneo y variado, con variedad de plantas y sin surcos o cárcavas, que demuestran la capacidad del terreno para soportar la sequía y las lluvias torrenciales”, relata Ruiz. Un estudio realizado por la Universidad de Berna (Suiza) demostró que el suelo de la finca permanecía en los meses de más calor hasta 10 grados por debajo de la media en las fincas colindantes y, pese a disponer de varias charcas de agua que utilizan para alimentar al ganado, el olivar ecológico no tiene necesidad de riego.Este olivar tradicional de montaña tiene más de 120 años de vida y las variedades dominantes son picudo y picual. Se trata de un aceite de recolección temprana, que se produce entre los meses de octubre y diciembre, y comercializan bajo la marca de AOVE Ancestral, nombre que rinde tributo a sus antepasados. La apuesta por la sostenibilidad ha significado la multiplicación del valor de su producto, un beneficio que viene sobre todo del ahorro que supone la no utilización de abonos químicos y otros productos que sí se emplean en el olivar tradicional. En definitiva, una agroganadería regenerativa que va más allá de una simple técnica de cultivo. “Se trata de una práctica agrícola, pero también de una filosofía de vida, una herramienta para la producción sostenible y un compromiso con el futuro”, concluye Ruiz. La finca cordobesa sirve en la actualidad como lugar de acogida de investigadores, profesores o alumnos que llegan hasta aquí (la última semana lo han hecho desde Chile y Portugal) para estudiar in situ este tipo de agroganadería regenerativa y trasladar esta experiencia a otros lugares del mundo.
La agroganadería regenerativa, el secreto de la finca de Córdoba designada como el olivar más sostenible de España | Clima y Medio Ambiente
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