Hace dos semanas, comparecía ante un juez el actor francés Gérard Depardieu, acusado por dos mujeres de agresión sexual durante un rodaje. El pasado mes de diciembre el realizador Christophe Ruggia era condenado por haber violado a la actriz Adèle Haenel. Ese mismo mes, la intérprete Judith Godrèche, de 52 años, relataba a los senadores franceses las agresiones que, dice, sufrió por parte de los directores Benoît Jacquout y Jacques Douillon cuando tenía 16 años.Estos casos, los más recientes y mediáticos en Francia, son solo la punta del iceberg de “un problema que es endémico y sistémico” en algunos sectores de la Cultura. “La constatación es clara: la violencia sexual en el cine, el teatro, la danza o la música es endémica y sistémica. Son violencias morales, sexistas, sexuales, económicas y a veces físicas”, ha denunciado este miércoles la diputada Sandrine Russeau, presidenta de la comisión parlamentaria creada hace un año para investigar estos abusos en este sector.Más informaciónDurante seis meses, este grupo parlamentario, que se creó tras la declaración de Godrèche ante los diputados y tras la ola de denuncias de varias actrices, ha recogido testimonios de casi 400 personas que trabajan en diferentes ámbitos de la cultura, muchas de ellas víctimas de estas agresiones. Las conclusiones del trabajo se han presentado este miércoles y revelan que “estas profesiones están sobreexpuestas a estas situaciones de violencia”.“Porque son profesiones en las que todos los sacrificios parecen estar justificados, por la presión laboral y económica, porque hay un sentimiento de pertenecer a una gran familia y de que hay un interés superior, el de servir a la creación. Están más expuestas por la precariedad, la fuerte jerarquización, un sistema de contratación exclusivo y un culto absoluto al autor de la creación, que permite todas las derivas y alimenta la omertá”, ha detallado Rousseau. Las situaciones de violencia se suceden en los castings, en los platós, en las promociones, en los rodajes, en los festivales de cine y en los conciertos “y la policía, la justicia no aparecen como espacios seguros” para las víctimas, lo que “alimenta ese silencio de las víctimas”, denuncia la diputada.Adèle Haenel y su abogado Yann Le Bras, después del veredicto en el juicio a Christophe Ruggia por haberla abusado sexualmente cuando era adolescente. Abdul Saboor (REUTERS)El informe es la “anatomía de una máquina de destrucción de talento, un sistema que amplifica la cultura sexista. El mundo del espectáculo o el cine es el reflejo de nuestra sociedad y amplifica fenómenos que son persistentes en nuestra sociedad y esta es aún sexista y patriarcal”, ha lamentado el responsable del texto, Erwan Balanant, del partido centrista Modem, que añade que “en numerosos casos, hay menores expuestos a situaciones de riesgo”. Balanant ha denunciado “la cultura a la figura del genio, ese creador que, porque tiene talento, piensa que es superior y puede quedar fuera de los códigos de trabajo, como si su creación estuviera por encima de las reglas de nuestra sociedad”.El informe detalla 87 recomendaciones dirigidas a los profesionales del mundo del cine y el espectáculo, como profesionalizar las agencias de casting (“A veces hay comentarios sexistas ya desde la primera prueba”), introducir a “coordinadores de intimidad” en los rodajes o que se regulen las escenas íntimas en los contratos. “Que se detallen, que el guion no se limite a decir ‘una escena de amor”, ha propuesto el diputado.“Estas recomendaciones no son el corazón del informe, sino el análisis preciso y a veces desagradable de lo que hay”, según Balanant. Este ha concluido: “El de la cultura debe ser un mundo que permita cambiar la sociedad, que sea prescriptor de los avances. Nuestro mundo tiene que cambiar. La percepción que los hombres tienen de las mujeres debe cambiar. Y lo dice un hombre que ha sido criado en esta sociedad patriarcal y sexista. Todos tenemos muchos que ganar en una sociedad en la que haya igualdad y sin violencia”.
Un demoledor informe parlamentario denuncia la violencia sexual “endémica y sistémica” en la cultura francesa | Cultura
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